
Vivimos enganchados al teléfono móvil. Nos gusta a muchos hablar por teléfono y ya es como una prolongación de nuestra mano. Pero lo malo es que no nos sale barato el asunto.
Los móviles cada vez son más caros, porque ya no hablamos de esos móviles de antaño enormes y antiestéticos, sino que estamos hablando de esas preciosidades pequeñas de muchos colores, incluso texturas, a las que tenemos tanto cariño, a las que decoramos, por fuera y por dentro, con salvapantallas o melodías o con fundas.
Los tenemos como oro en paño.
Aparte del dinerito de soltamos para el aparato, no dejemos pasar por alto la cantidad de euros que nos dejamos en factura o en las melodías que se piden por sms.
Un consumo medio pueden ser unos quince euros al mes aproximadamente. Pero ¿quién se gasta sólo eso? En muchas ocasiones lo doblamos o lo triplicamos y es cuando llegan los disgustos.
Te prometes que el mes siguiente te controlarás más. Pero luego no es así.
Los sms nos pierden. La mayoría ya no son ni para informar. Se mandan por mandar, o simplemente como dice el anuncio de Telefónica, para saber qué tal le va a esa persona.
Pero es que también mandamos imágenes, o melodías, o fotos.
Parecía futurista aquello de hablar y ver a la otra persona. Pero ¡es que ya se puede hacer! Y apenas le damos importancia. Todo evoluciona constantemente y no nos paramos a pensar en ello.
Pocas cosas nos sorprenden ya respecto a estos temas, porque estamos acostumbrados a ello.
¿Cómo hablaremos el día de mañana si todo sigue yendo tan rápido?
Los móviles cada vez son más caros, porque ya no hablamos de esos móviles de antaño enormes y antiestéticos, sino que estamos hablando de esas preciosidades pequeñas de muchos colores, incluso texturas, a las que tenemos tanto cariño, a las que decoramos, por fuera y por dentro, con salvapantallas o melodías o con fundas.
Los tenemos como oro en paño.
Aparte del dinerito de soltamos para el aparato, no dejemos pasar por alto la cantidad de euros que nos dejamos en factura o en las melodías que se piden por sms.
Un consumo medio pueden ser unos quince euros al mes aproximadamente. Pero ¿quién se gasta sólo eso? En muchas ocasiones lo doblamos o lo triplicamos y es cuando llegan los disgustos.
Te prometes que el mes siguiente te controlarás más. Pero luego no es así.
Los sms nos pierden. La mayoría ya no son ni para informar. Se mandan por mandar, o simplemente como dice el anuncio de Telefónica, para saber qué tal le va a esa persona.
Pero es que también mandamos imágenes, o melodías, o fotos.
Parecía futurista aquello de hablar y ver a la otra persona. Pero ¡es que ya se puede hacer! Y apenas le damos importancia. Todo evoluciona constantemente y no nos paramos a pensar en ello.
Pocas cosas nos sorprenden ya respecto a estos temas, porque estamos acostumbrados a ello.
¿Cómo hablaremos el día de mañana si todo sigue yendo tan rápido?