
Ya se han pasado las navidades. Ahora empiezan los propósitos absurdos.
Que si estudiaré idiomas, que si este año no me pilla el toro en los exámenes, que si no beberé más los sábados. ¿Quién empezó con estas tradiciones insustanciales?
Ahora toca quitar el árbol, el belén, las calles ya no son de ningún color... Todo esta como siempre. Apagado. Pero... No todo acaba aquí. ¿Qué empieza?
Las super rebajas. Sí, esos días en los que vas a las tiendas y no encuentras más que ropa revuelta, desordenada, nunca hay tallas, sacan esas prendas que no pudieron vender de hace dos inviernos... Nos engañan. Está claro. Pero esas impresionantes colas nunca faltan.
Y es que en estos casos no podemos dejar de hablar de el dinerito. Las tiendas quieren ganar dinero como sea. Las navidades ya no son lo que eran. La gente olvida los regalos obligados, y prefiere pasarse por las rebajas de enero. Compensa.
Ya ni Olentzeros ni Reyes. Se escatiman hasta caramelos en las cabalgatas.
El caso es que nunca hay dinero. La gente siempre está ahogada a fin de mes. Pero las compras no son normales. En los supermercados carros hasta arriba de vicios y por las calles la gente lleva seis bolsas en cada brazo.
Suben los artículos, suben los transportes, sube la gasolina, el tabaco, pero ¿y los sueldos? ¿Esa cantidad de dinero que te ingresan a fin de mes que no llega para nada, nada de nada?
Luego San Valentín, luego el día del padre, luego las madres, luego cumpleaños... Y sin querer nos plantamos de nuevo en octubre con las calles iluminadas otra vez.
Que si estudiaré idiomas, que si este año no me pilla el toro en los exámenes, que si no beberé más los sábados. ¿Quién empezó con estas tradiciones insustanciales?
Ahora toca quitar el árbol, el belén, las calles ya no son de ningún color... Todo esta como siempre. Apagado. Pero... No todo acaba aquí. ¿Qué empieza?
Las super rebajas. Sí, esos días en los que vas a las tiendas y no encuentras más que ropa revuelta, desordenada, nunca hay tallas, sacan esas prendas que no pudieron vender de hace dos inviernos... Nos engañan. Está claro. Pero esas impresionantes colas nunca faltan.
Y es que en estos casos no podemos dejar de hablar de el dinerito. Las tiendas quieren ganar dinero como sea. Las navidades ya no son lo que eran. La gente olvida los regalos obligados, y prefiere pasarse por las rebajas de enero. Compensa.
Ya ni Olentzeros ni Reyes. Se escatiman hasta caramelos en las cabalgatas.
El caso es que nunca hay dinero. La gente siempre está ahogada a fin de mes. Pero las compras no son normales. En los supermercados carros hasta arriba de vicios y por las calles la gente lleva seis bolsas en cada brazo.
Suben los artículos, suben los transportes, sube la gasolina, el tabaco, pero ¿y los sueldos? ¿Esa cantidad de dinero que te ingresan a fin de mes que no llega para nada, nada de nada?
Luego San Valentín, luego el día del padre, luego las madres, luego cumpleaños... Y sin querer nos plantamos de nuevo en octubre con las calles iluminadas otra vez.
Esto es un no parar.